Me encontraba en el aeropuerto Ronald Reagan en Washington D.C aguardando la partida de mi vuelo de regreso a la Argentina, luego de una de las capacitaciones brindadas al personal de la OEA y, como es mi costumbre, mientras disfrutaba mi merienda, me dispuse a observar el comportamiento de las personas que se desplazaban cerca de mí.
Ansiedades, angustias, alegrías y tristezas, entre un sinfín de emociones, se manifiestan de modo permanente en ese escenario tan particular de reencuentros y despedidas.